Bali tiene mucho en común con el resto del sudeste asiático, pero algo tiene que lo hace especial.
Bali es una de las más de 17.000 islas que compone el archipiélago de Indonesia. Cada isla tiene mucho que ofrecer, pero Bali ofrecía justo lo que estábamos buscando. Descartando los destinos peligrosos, con malaria y buscando uno al alcance de nuestros bolsillos, llegamos a esta isla por los siguientes motivos:
1.- Sus playas para todos los gustos:
No son las playas paradisíacas que uno se imagina al pensar en Tailandia o en las Maldivas. La verdad es que distan bastante de ser “esa playa” de arena blanca impoluta, con palmeras inclinadas y un mar calipso que deja ver arrecifes de coral entre sus aguas. Hay algunas así, pero son la minoría.
Entonces, ¿por qué a la gente le gustan tanto? Y mi respuesta es porque hay diversidad y porque en lo imperfecto está lo entretenido.
La mayoría de las playas tienen basura, locales de playa que dejan mucho que desear y varios perros que corren sin rumbo, pero a la vez tienen grupos de hippies cantando al ritmo de un Ukelele, exquisitos cocos helados y unas puestas de sol entre acantilados que sólo encontraras en esta isla.
Puedes encontrar playas de arena blanca y aguas celestes sin olas en Nusa Dua, playas de difícil acceso, a las que se puede llegar después de bajar cientos de escaleras como Bingin. Hay playas de arena negra volcánica donde tu piel parece camuflada por carbón dejando ver sólo el traje de baño en Canggu. Hay playas con delfines en Lovina, al norte de la isla. También hay playas para poder bucear o hacer snorkel en el este, como Amed o Candidasa. Hay playas de surf para todos los niveles en el oeste como Kuta o Uluwatu. Y hay playas que sólo tú encontrarás si te pierdes con la moto por alguno de los tantos caminos que te llevan a la costa. Soledad, gente, paz, música, olas, calma… hay de todo para todos los gustos. Busca la playa que más se adecúe a ti y la encontrarás en Bali.
Bingin Beach – Pecatu
2.- Su gente cálida hace que te sientas segura:
Muchos países pueden alardear de tener buena gente y no digo lo contrario. Hay gente buena en todos los rincones del mundo. Pero en Bali… lo siento, pero rompe todos los records. La gente está hecha en horno de barro y cocinada a fuego lento por muchas muchas horas. Son un híbrido, que rescata lo mejor del hinduismo y lo mejor del budismo. Es gente religiosa y de mucha fe, cuya cultura está basada en hacer feliz a sus dioses y su día a día gira en torno a ellos. Creen profundamente en el karma y se nota. No es por nada que la llaman “La isla de los dioses”. Es gente que trata de agradar, que siempre te estira una mano, que corren a darle besos a Lucas y tratan siempre de sacarle una sonrisa. Te ayudan desinteresadamente sin cobrar y sin recibir la propina que les ofreces. No roban aunque se te quede la billetera encima de la moto (nos ha pasado). Todos dejan sus teléfonos encima de la mesa o encima de las toallas en la playa. Los cascos los cuelgan de la moto y las llaves las puedes dejar puestas. Realmente lo que diga es poco para reflejar el tipo de persona que son, lo segura que me he sentido viviendo aquí y lo cómoda que estás con ellos conversando de la vida no se da en todos lados. Aquí nunca jamás te van a dejar de sonreír.
Tomando un coco helado con Adi, en Canggu.
3.- Su magia y diversidad de panoramas:
No todo es playa y surf en Bali. Al adentrarnos en el interior de la isla empezamos a ver como las terrazas de arroz verde empiezan a dominar el paisaje. Miles de palmeras y plantas tan densas empiezan a formar una selva en la que se escuchan grillos, ranas y gritos de monos a medida que empieza a llegar la noche. Este mundo selvático ofrece muchos panoramas tanto para los turistas como para los más místicos que busquen un retiro del mundanal ruido.
Tenemos animales de todo tipo. Hay elefantes, monos, delfines y Mola Mola. Este último un gran pez rarísimo sin cola que sube desde las profundidades más remotas del mundo submarino para tomar el sol un rato. Podemos pasear en elefante y alimentar monos. Para los amantes del senderismo y las buenas fotos, hay cascadas repartidas por toda la isla y miradores desde los que sientes que tienes toda la selva a tus pies. Hay volcanes para hacer algún trekking y templos repartidos en todos los rincones. Es Ubud el corazón de la isla. Bastante turístico, pero manteniendo la magia que ofrece el yoga y sus retiros espirituales en sus calles y entrañas. Tiene una “onda” tan orgánica y sustentable, que hasta hay un colegio que no tiene paredes y recibe cada año a cientos de familias que buscan un futuro mejor para sus hijos y un cambio de vida, este colegio al aire libre es el Green School, una maravillosa iniciativa que gira en torno al trabajo en comunidad. Además de la magia de Ubud y la selva que late con vida propia, en cada rincón de Bali se puede respirar el olor a incienso que van dejando las ofrendas a los dioses. Cajitas hechas de hoja con flores, arroz, alguna moneda o un cigarro. La idea es hacerle ofrendas a los dioses para mantenerlos contentos y mantener alejados a los malos espíritus. El hinduismo balinés, poco tiene en común con el de la India, ya que se mezcla con creencias animistas y culto a santos budistas. Es entretenido vivir en un lugar donde la cultura es tan distinta a la nuestra.
Purificándonos en Tirta Empul. Un templo cerca de Ubud.
4.- Su gastronomía:
Nuevamente creo, ya que esto es opinión personal, que no es la mejor cocina del sudeste asiática. La cocina India o Tailandesa, bien conocida alrededor del mundo, le da muchas patadas y por lo menos para mí son mucho más completas en el uso de ingredientes y mezclas de sabores. Los balineses no se arriesgan mucho. Usan poco marisco o pescado a pesar de estar rodeados de mar. Principalmente usan pollo y huevo, para acompañar el principal ingrediente: el arroz. Lo bueno de la cocina local, es que es sumamente barata y la encontramos en todos lados. Pero si dejamos de lado la cocina local, es una isla donde abundan los restaurantes y cafeterías de comida sana, orgánica y vegana. La presencia de los “yoggis” y de los surfistas extranjeros, han hecho que los menús se llenen de granola, frutas de colores y verduras que ni sabía que existían. Términos como el Paleo (dieta paleolítica) o Raw (cocina cruda) forman parte de esta lectura y de este mundo alimenticio tan extenso como desconocido para mí. Comer sano es la clave de nuestra existencia. Cuidar nuestro cuerpo y el de nuestros hijos es una obligación.
Comiendo en un “Warung” local, un Nasi Goreng y un omelet con salsa agridulce.
5.- Lo más occidental dentro de Asia:
Expats es una agrupación de todos los “expátridas” que dejaron sus países y se vinieron a vivir a Bali. Esta fue una de las principales razones por las que elegimos este destino. Este grupo de occidentales, que cada vez se hace más grande, busca tener en Bali todas las comodidades de sus países, pero sin perder la esencia y tradiciones de la isla. Encontramos de todo. Farmacias llenas de productos y remedios occidentales, supermercados con las marcas que hemos visto en nuestras góndolas durante toda la vida. Restaurantes con comida italiana, mexicana y casera. Tiendas de ropa y lugares para hacerse las uñas.
Una vez una italiana que vive acá me dijo: “Esto es como Nueva York, con menos autos y con clima tropical”. No sé si lo veo tan parecido, pero es verdad que lo que busques, lo encuentras. En términos de salud, las mejores clínicas australianas las encontramos en la Isla, con salas de espera y box de urgencias impecables y modernos. Incluso te regalan lo que te recetó el doctor (va incluido con la consulta) y un cuaderno con lápices de colores para los niños. Lo mismo pasa con los jardines y colegios, Lucas va a un jardín internacional, cuyos métodos son los mejores que he visto en mi vida. Cada tarde me mandan un PDF con fotos de Lucas junto a sus compañeros y el detalle de lo que hicieron cada día. Siendo cada día, un aprendizaje nuevo con el uso de materiales que encontramos en la naturaleza. Es una maravilla. Y si además de todo esto no estás convencido, tenemos “Clubs sociales” para ir a jugar tenis en la tarde, una pichanga de futbol con los amigos , pasar la tarde en un parque de agua o jugar un campeonato de bowling. Tenemos gimnasios y entrenamientos funcionales en la playa cada mañana, mucho yoga y vida sana.
Splash Bali en el Canggu Club.
Podría seguir enumerando las maravillas que ofrece esta isla y los motivos que nos hicieron elegirla. Pero en el fondo la respuesta es porque tiene de todo. Porque nos sentimos tranquilos y seguros. Porque la calidad de vida es altísima y barata. Porque uno busca ser feliz cuando viaja, si no, no tiene sentido hacerlo, y que mejor destino para ser feliz, que ir a uno donde su propia gente es feliz. Tiene lógica o no?