A la deriva entre Hong Kong, China y Vietnam

Según lo que había leído, cruzar de Hong Kong a Vietnam por tierra era más que una aventura. Nos permitía conocer dos grandes ciudades de China, costaba la mitad que el avión y nos ahorrábamos dos noches de alojamiento mientras dormíamos en un tren.
Resulta que no todo sale como uno quiere. Seguro nos echaron un mal de ojo: el de Perder Todo! hasta la cabeza.
Yo perdí mi billetera, con las tarjetas y los documentos. La morales perdió la suya. Perdimos el tren al Pico Victoria y la primera vez que fuimos a Lantau, perdimos el teleférico… Pero hoy día las consecuencias fueron peores. Perdimos el tren que compramos hace 4 días a Guangzhou y eso implicaba perder la cadena de trenes que tenemos hasta Hanoi y la noche de hotel ya pagada.

El itinerario era el siguiente:
Hong Kong – Guangzhou en tren (1 hra 30)
Guangzhou – Nanning (tren nocturno/cama)
Nanning – Hanoi (tren nocturno/cama)

Cuando llegamos a la estación de trenes de HK nos dicen que todo está agotado, en Guangzhou hay una feria internacional que empieza el día siguiente y todo el mundo va para allá. Preguntamos por una alternativa, sonaba loca y estábamos justas de tiempo, pero era lo único que podíamos hacer.

Nos fuimos en metro cargadas como mulas, con las mochilas, bolsas, bolsos etc, hasta la frontera. En la frontera pasamos por la aduana y nos timbraron la visa. Ya en China y el cambio fue radical, la diferencia entre un lado de la línea y el otro era increíble.

ShenZhen es la ciudad fronteriza. Una ciudad gris. Absolutamente NADIE habla inglés, la gente no tiene respeto por nada, ni por nadie. Todos escupen al suelo, se meten entremedio de las colas sin ni un pudor, gritan como en la vega y da la impresión que todos quieren estafarte. La policía nos perseguía, vendiéndonos pasajes de bus y llevándonos al que «según ellos» era el más conveniente. Muchos business mans que dicen querer ayudarte, pero que no dejan de perseguirte hasta los baños. Todos te hablan, pero la comunicación es realmente imposible. Con esto rechazamos la teoría de que las señas son el lenguaje universal.

Después de encontrar la estación de trenes, hacer una cola eterna y lograr que alguien nos ayudara y nos escribiera en un papel los destinos a los que queríamos ir, nos dicen que no se puede pagar con tarjeta. Los cajeros no funcionaban y el tiempo pasaba. Creíamos que íbamos a tener que dormir en la frontera. No podíamos volver a HK porque nuestra visa permitía una sola entrada. Estábamos desesperadas. Nadie nos entendía, nadie nos ayudaba, no teníamos yenes y no sabíamos como salir de ahí.

Finalmente, con la ayuda de unos dólares, un chinito que hablaba inglés y un milagro, logramos comprar los 4 pasajes que necesitábamos para llegar a Nanning.

El tren hasta Guangzhou era cómodo, así que pudimos relajarnos. Llegamos a la estación y de ahí mismo salía el tren a Nanning.

Nos asomamos a algunos trenes y veíamos cientos de chinos sin zapatos, gordos, flacos, con y sin dientes, acostados en los camarotes de tres pisos que había por cabina.

Nuestro tren era del estilo. Compramos en camas soft que son más blandas. Por vagón hay unas 10 cabinas y por cabina dos camarotes de dos pisos. Estaba todo «limpio» y con aire acondicionado.

El vagón de al lado era una especie de comedor donde la gente fuma y come algo. Fuimos en busca de comida, pero una fuente llena de pollo maltratado y con muy mal aspecto, una caja con bichos envasados al vacío y la mirada puesta en nosotras de todas las personas del vagón, nos hizo dar media vuelta y volver al camarote.

Lo más curioso del tren es el baño que consiste en un hoyo en el suelo para hacer tus necesidades parado o en la postura que te parezca más cómoda.

Llegamos a Nanning a las 9 de la mañana. Nuestra compañera ya no estaba. Mientras el tren disminuía su velocidad miramos por la ventana y sólo se veían casas muy pobres y algún que otro pastizal con gente recogiendo los cultivos.
Creemos que somos las primeras chilenas en pisar Nanning 😉 .

Un consejo para todo aquel que visite China: viajar con yenes. Nuevamente los cajeros no funcionaban y no se podía pagar nada con tarjeta.

Así que nos lanzamos como dos aventureras analfabetas a recorrer Nanning, donde somos bichos raros, nadie habla inglés y no existen letras que no sean chinas. No entendemos el metro y los taxistas no nos entienden a nosotras. Así que no nos quedó otra que salir a explorar a pie tirando miguitas de pan para no perdernos a la vuelta (y sacarle fotos a la estación por fuera para preguntar por si nos perdíamos).

Nuestra aventura terminó un par de cuadras más adelante cuando encontramos un hotel con bastante buena pinta y decidimos pagar una habitación para ducharnos y sacarnos el olor a sábana sucia.

Nanning nos llamó la atención. Muy pobre y muy chino. En el banco usan ábacos para hacer los cálculos, en las calles los viejos juegan dominó por todos lados, venden fruta y fritura en carritos, los semáforos y normas de tránsito no existen y la conexión a páginas como Facebook, Twitter o Youtube estrictamente prohibidas. Aquí pudimos notar lo reprimido que está China por el régimen comunista.

Otro tren. Un poco de lo mismo. Nos equipamos con un gran picnic y volvimos a nuestro vagón soft (más cómodo y menos gente por pieza). Ahora compartimos con una pareja de chinos que comieron comidas de lo más extrañas y con olores tan fuertes que los ojos nos lloraban. Este tren, al tener que cruzar la frontera, era más complicado. Nos hicieron bajarnos una vez para registrar el equipaje y otra en la aduana. Como la gente no es especialmente amable, todos se bajaron del tren sin avisarnos y nosotras nos quedamos acostadas sin entender nada.
Dato para viajeros en tren: siempre llevar confort o pañuelitos para el baño y algo para comer.

Llegamos a Hanoi a las 5:00 am. A la salida de la estación había taxis y motos esperando a los viajeros. Nos subimos a uno para que nos llevara a nuestro hotel. Estaba totalmente clausurado y el único nombre que nos acordábamos era el Paradise Hotel. Y aquí estamos, 6 de la mañana con una cama de dos plazas para cada una y un desayuno buffet esperándonos en el primer piso.

Good night desde Vietnam!

Una respuesta a “A la deriva entre Hong Kong, China y Vietnam”

  1. que increíble tere todo lo que contai!! ahora entiendo el por qué del hotel!! merecidísimo!!

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