Siam Reap y un repentino cambio de planes

Llegamos a este pintoresco pueblito y nos estaba esperando un tuc tuc para llevarnos al hotel con un cartel con nuestros nombres. El conductor, Jet, no perdió el tiempo y nos calzó para ser nuestro chofer al día siguiente, todo hablado en un inglés británico muy exagerado.

Siam Reap es la capital de la región del norte de Cambodia que lleva el mismo nombre. Está a unas 8 horas de Phnom Penh.

Esta ciudad gira en torno a la calle principal, donde podemos encontrar infinitos spas con mujeres uniformadas esperando afuera a algún cliente para ofrecerles masajes de pies, de manos, de espalda o de lo que se desee. También hay acuarios con gente sentada al rededor con los pies adentro, que contienen pececitos cuyo slogan es: feed our hungry fish with your dead skin.

Muchos restaurantes buenos y de comida internacional. Encontramos uno mexicano, hindú, francés, italiano etc. Y por supuesto los infaltables carritos de comida con lenguas, patas de gallinas o cabezas de pato.

Perpendicular a esta calle encontramos más de lo mismo, aunque una de las calles es el Pub Street. Una calle muy prendida con bares ofreciendo happy hours, buena música, pizzerías y gente bailando.

En esta ciudad hay varios mercados. Es de los mejores que hemos visto y también de los mas variados. Venden géneros, anteojos, imitaciones de relojes, bolsos, vestidos, pantalones, bombachos, pulseras, souvenirs y mil cosas más, pero también venden comida, muebles, cosas para el baño o sartenes para la cocina. Hay un sector de peluquería y otro de fruta y verdura. La tienda que más nos gustó aquí fue una de cámaras de fotos retro, polaroid, tocadiscos y muchas cosas antiguas en perfecto estado y todavía en funcionamiento. Si se dedican a recorrer los rincones más escondidos de los markets seguro la encuentran.

Cerca del río hay hoteles más lujosos con piscina, spa y buenos autos estacionados afuera. Vale la pena ir al otro lado del río aunque sea por dar un paseo. Además en ese lado está la disco Hip Hop para ir a bailar en las noches.

El principal atractivo de este pueblo es que está al lado de las famosas ruinas de Angkor wat conocidas por ser una gran muestra arqueológica y por ser escenario de varias películas entre ellas, Tomb Raider.

Para llegar aquí y recorrer las ruinas se puede hacer en tuc tuc o en bicicleta. Hay dos recorridos, el corto, que dura unas 6 horas y el largo. Cada uno pasa por distintos templos compartiendo el tramo del templo principal. La entrada cuesta 20 dólares y es personalizada, por lo que sonrían a la cámara para que salgan bien en la foto y puedan guardarla de recuerdo.

Nosotras decidimos comprar el One day Pass y hacerlo en tuc tuc por 6 dólares cada una. Jet no llegó y mandó a Samuel en su lugar, así que a las 11 am partimos a las ruinas.

Son inmensas construcciones de piedra en la mitad de la selva, donde a ratos sólo se escucha un fuerte pito agudo proveniente de los árboles, interrumpido por el grito de algún mono. Si tienen suerte como nosotras y están atentos, seguro ven alguno saltando entre las palmeras.

Para entrar a un templo nos exigieron llevar ropa abajo de las rodillas y que tapara los hombros, pero como íbamos avisadas, llevamos un pañuelo para taparnos y no asarnos el resto del día.

Fue un día increíble!! Cuando llegamos estaba lloviendo, así que pudimos ver el templo mojado bajo el cielo gris y al rato salió el sol dejando un día precioso. No había mucha gente, por lo que teníamos el templo sólo para nosotras, lo que se agradece para sacar fotos y no tener a grupos de chinos fotografiando cada una de las piedras.

Lo que más se recomienda es ir a ver el amanecer o el atardecer. El amanecer es a las 5 am, por lo que no había opción y para el atardecer se había vuelto a nublar, así que cansadas, volvimos a Siam Reap.

De vuelta en el pueblo y con las calles iluminadas, millones y millones de tuc tuc se te acercan o te gritan para llevarte a algún lado, las masajistas se te tiran encima para que entres a su spa y miles de niños te agarran de la mano o de la ropa y te siguen por las calles diciendo con ojos suplicantes «I don’t want money, I want a meal». Cada persona que se me acercaba me partía el alma y era inevitable soltar alguna moneda.

Tanta vida en la calle y gente por todos lados nos encantó. Hasta el día que hubo tormenta eléctrica las calles estaban llenas de turistas, tuc tucs o niños jugando sin zapatos. A pesar de esto, pueden ser un poco cansinos, por lo que lamentamos no habernos comprado una polera que vimos el último día: NO tuc tuc, NO spa, NO money.

Vimos que en un spa había depilación y aprovechamos. Yo terminé con heridas en varias partes de mi cuerpo y un pedazo menos de piel en la pierna derecha, y la morales con moretones en sus piernas producto del masaje que nos hicieron al final. Al parecer no tenían tanta experiencia con los pelos.

Y nuevamente, NO TODO SALE COMO QUEREMOS.
El 31 a las 5 am salía nuestro bus a Don Det, una de las islas en la zona de 4000 islands del Mekón en Laos. La ruta era dura, unas 30 horas hasta Vang Vien, donde nos esperaba el ansiado Tubbing (mucha gente tirándose con neumáticos por el río y bajándose en bares que están en el borde agarrándose de lianas).
Compramos nuestro pasaje, vimos en un cartel que el bus salía a las 5:30, llegamos 15 minutos antes y el bus se había ido. No se fíen de lo que leen, es mejor siempre preguntar y pedir pick up al hotel.

Cambiamos los pasajes para el día siguiente. La tormenta y el mal pronóstico para los próximos días nos hizo cambiar de opinión y volvimos a la agencia para cambiarlos una vez más, pero por otro destino. El bus ahora salía a las 2 am.

Como era Halloween, salimos a celebrar la noche de brujas al bar Temple en el Pub street. Todo el personal nos atendía disfrazados de zombies. Se nos sentaron a la mesa dos tipos. Con tanto australiano y europeo dando vuelta, justo los dos que nos echan el ojo eran camboyanos jajajaj. Después de esto compartimos mesa con unas irlandesas que nos contaron que venían de Laos y que el tubbing estaba cerrado porque se había muerto mucha gente en el río. TODO PASA POR ALGO, menos mal perdimos ese bus, porque habríamos perdido muchos días y la decepción al llegar habría sido tremenda. Nos ahorramos los buses y los 40 dólares de la visa (para la visa también es necesario llevar una foto de carnet).

Después de una gran noche volvimos al hotel a echarnos y cerrar las maletas. Quedaba media hora para que nos vinieran a buscar. Al abrir los ojos ya era de día. Nos quedamos dormidas y ni los golpes en la puerta nos despertaron. Asi que volvimos a perder el bus… UN DESASTRE!

Nos subimos al primer bus que salía a Bangkok. Eran las 8 am y en una especie de van nos fuimos a la frontera. En la aduana paso el pasaporte chileno que me permite quedarme en Tailandia 90 días (beneficio para muy pocos países) y no me dejan porque el sello de salida de Cambodia está en el español, así que mientras la Morales tiene permitida su estancia hasta mediados de enero, la mía es por dos míseras semanas.

Todo el camino, que en total son unas 10 horas, nos fuimos hablando con Mario, un alemán-polaco muy simpático, que había vivido 5 años en Cadiz y hablaba español perfectamente. Tenía varios tatuajes entre ellos uno cerca de la clavícula derecha que decía Carpe Diem, para él, su forma de vida.

Y así fue como llegamos a Tailandia antes de lo previsto… Por perder un par de buses y quedarnos dormidas.

Laos queda pendiente, para este viaje o los que vendrán. Carpe Diem!

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