Leyendo blogs y viendo fotos de mis viajeros en las redes, llegamos a la conclusión de que la mejor manera de trasladarnos sería con un chofer. Así fue como llegamos a Vajira, un personaje clave en nuestra historia. Vajira es único: es un hombre flaquito, moreno, de labios gruesos, camisa blanca, mimetizado perfectamente entre tanto srilankés, pero al abrir la boca te saluda en un español perfecto. Se crió en Europa, es culto, viajero, occidental, habla varios idiomas, es bueno para los negocios y es bueno con su país. Organizamos el viaje con él antes de llegar a Sri Lanka y él fue el que nos designó a Susantha como chofer. En dos ocasiones nos juntamos con él a tomar un té y hablar. Nos enseñó cosas fascinantes, nos contó historias de Sri Lanka, nos habló de su gente, del budismo y del Karma (los comentarios y lecciones que más me gustaron pueden verlas en mi Instagram).
Segunda parada Pinnawala:
Es verdad que algunos están encadenados, es verdad también que se ha transformado en una atracción turística y es verdad que producto del turismo que recibe han tenido que tomar medidas para proteger a los visitantes (como los palos que terminan en punta que tienen algunos de los cuidadores). A nosotros no nos gustan los zoológicos, menos los que tienen a los animales solos y encerrados, pero esto dista mucho de ser un zoológico. La manada está prácticamente libre dentro de su propio hábitat, tienen muchísimo espacio. Se supone que estos elefantes son huérfanos o están mutilados o heridos. Un elefantito no es capaz de sobrevivir sólo sin su madre, por lo que aquí los alimentan hasta que crecen.
El lugar es muy bonito, los elefantitos disfrutan mientras les dan botellones de leche y tenerlos tan cerca es una maravilla, pero lo mejor de todo no está en el centro, está en el río. Los elefantes bajan dos veces al día a darse un baño (12:00 y 2:00 pm), por lo que una buena hora para llegar es a las 12:45, sacar algunas fotos, ver como alimentan a los más chicos a la 1:15 y bajar al río para conseguir mesa en primera fila. Hay muchos restaurantes, por lo que nosotros aprovechamos de almorzar en uno que está en primera fila bajando a mano derecha y nos quedamos ahí a ver el espectáculo.
A mi me gusta dividir a Sri Lanka en 4 tipos de turismo:
- Cultural: Antiguas capitales como Anuradhapura y Pollonaruwa. Dambulla, Mihintale, Kandy, Sigiriya etc…
- Parques Nacionales: Yala, Minneriya, Kaudulla y cientos más.
- Tierras altas: Nuwara Eliya, Ella, Haputale.
- Playas: Negombo, Nilaveli, Tricomalee, Arugam Bay, Mirissa, Galle, Hikkaduwa y muchas más
Estar en un Jeep sin techo avanzando por la espesura de la selva en busca de manadas de elefantes fue como teletransportarnos a Kenia o Tanzania viviendo alguno de sus safaris. Caminar por Kandy y ver a las mujeres comiendo con las manos arrastrando saris de colores, era como volver a la India, pero sin tanto caos. Algunos llaman a Sri Lanka la “Lágrima de la India”… no tiene nada de lagrima más que su forma y tiene poco de la India más que la población Tamil que ahí vive. Tienen una religión distinta, tienen un idioma distinto, tienen una forma de ser distinta y tienen una educación distinta. Me emocionaba estar tan cerca de la India, pero más me emocionó descubrir que eran diferentes.
Seguimos con Kandy: Linda ciudad, algo loca, pero no tanto. En algunos blogs leí que era caótica, pero creo que los que lo escribieron no han estado en ciudades realmente caóticas. Su actividad gira en torno al lago. Me encantan las ciudades de lago como Udaipur o Hanoi, donde el lago genera un oasis de paz entre tanto alboroto. Kandi es perfecta para recorrerla a pie, comer algo dulce en alguna de sus bakerys o admirarla desde las alturas en alguno de sus miradores.
Fuimos al Palace Royal Park, un parque tipo bosque, lejos del ruido de la ciudad que esconde pasadizos secretos, cementerios y un lindo mirador. Es una caminata tranquila perfecta para desconectarse y ver algún animalito. Fuimos también al gran Buda blanco y subimos hasta arriba. Ver la puesta de sol desde aquí fue uno de los tantos regalos que nos dio esta isla.
Una de las maravillas de esta ciudad y que nos hace sentir en algún lugar de Inglaterra, es el Jardín Botánico. Está a 7 km y es una preciosidad. Sus flores, su verde, sus caminos y su perfección, hacen que los paisajes parezcan pintados a mano.
La principal atracción de Kandy es el Templo de la Reliquia del Diente de Buda. Como es tradición en el budismo, Buda fue incinerado, pero sus dientes se encuentran repartidos en distintos templos. En éste está el canino izquierdo de Buda, que fue trasladado desde la India a Sri Lanka en el siglo IV a.C. El templo no es muy grande y se llena de gente que deja flores y ofrendas. Por detrás de él hay un museo que habla del budismo en los distintos países del mundo.
Ahora toca decidir cómo sigue la ruta… ¿nos vamos a las tierras altas? ¿Vamos a pasar el día a la casa de Vajira que está en la montaña entre cascadas y plantaciones de té? ¿Seguimos a Sigiriya donde nos espera el maravilloso hotel Aliya y los parques nacionales? La ruta que decidan depende de ustedes, Kandy es un buen punto para decidir los próximos movimientos. Después de estar con Vajira y jugar con niños locales en un parque junto al lago, decidimos seguir a Sigiriya, no sin antes parar por el Templo de oro y las Cuevas de Dambulla. La entrada es gratuita, los escalones para llegar a ellas están llenas de monos y las cuevas esconden en su interior pinturas, figuras y estatuas de Buda llenas de historia y arte. Para mi gusto una parada obligatoria que no les quitará mucho tiempo.
Siguiente parada: ¡Sigiriya!
La siguiente capital antigua es Anuradhapura y camino a ella está el gran Buda Aukana. No recuerdo dónde, pero camino a Pollonaruwa hay un buda muy similar. Ojo que para los que tengan poco tiempo es mejor plantearse esta visita, no porque no sea una maravilla llena de historia, pero la entrada nuevamente es cara, está un poco lejos y la “ciudad” está en ruinas. Se hace un poco cansino ir viendo templos destruidos y rocas, tratando de imaginarnos qué había antes de que fueran “escombro”. Entre esta capital y Pollonaruwa, es preferible ir a la segunda (aunque como siempre, en gustos no hay nada escrito). Aún así, la visita incluye sus magnificas dagobas, sobretodo la de Jetavanarama, famosa a nivel mundial dentro de las construcciones de las civilizaciones antiguas. Además, muy cerca de aquí está Mihintale, un complejo de templos que incluye la roca de la meditación con unas vistas preciosas, una dagoba blanca rodeada de columnas, Budas y la gran Dagoba de Mihintale desde donde se ven las ruinas y dagobas de Anuradhapura.
Recordemos que todos estos lugares son destinos de peregrinaje para los budistas. Siempre veremos gente rezando vestida de blanco. Hay que mantener respeto, nunca darle la espalda a Buda (ni para sacarnos una foto), sacarnos los zapatos y caminar descalzos por la roca y escaleras (que a veces quema por lo que es recomendable llevar un par de calcetines), cubrirnos los hombros y rodillas, y tratar de comprender dónde estamos más que sacar la foto que queríamos e irnos. Son lugares muy mágicos que quién sabe si los volveremos a visitar.
[…] ven, este país tiene mucho que ofrecer. Ya se los dije en la primera parte de Sri Lanka de mi corazón (clic directo al post) y es que Sri Lanka hizo que me transportara a muchos lugares a medida […]