Tan fácil como mochilear con niños!

Mochilear suena a equipaje liviano, comida callejera, presupuesto bajo y planes indefinidos. Mochilear con un hijo es igual, pero más lento y no tan liviano. No es lo mismo ir de vacaciones con niños, que salir a la aventura, pero a fin de cuentas, tampoco es taaaaan diferente.. ¿o si?
Mochilear te permite estar más cerca y conocer a la gente local – Dambulla. Sri Lanka

Cuando decidimos irnos a vivir una temporada a Bali, no fue con la intención de conocer y recorrer
más. Lo hicimos pensando en un break, en unas vacaciones largas y reales. En unas vacaciones donde el viernes que dijimos “Chao jefe” no se transformara en un “Hola Jefe” dos semanas más tarde. Queríamos un antes y un después; y no un simple alto en el camino.Bali, lo seleccionamos con pinzas. Buscamos un lugar que cumpliera con nuestros requisitos y dimos con esta isla que nos robó el corazón. Fue una gran elección, pero eso lo he contado en publicaciones anteriores… lo que no he contado fue lo que vino después de nuestra “Bali Life” donde nuestros días pasaban perfectos entre campos de arroz y olas.

Estaba terminando noviembre y habíamos tomado la decisión de recorrer un poco, “mochilear” los tres. Dejar nuestros restaurantes favoritos, nuestro Ice Latte, nuestro hogar hotel, la moto, los amigos y gastarnos los pocos ahorros que nos quedaban de la mejor forma: viajando. Empezaba la “Rainy Season” en Bali y decidimos irnos antes de que la lluvia nos aguara la imagen que teníamos de esta isla (la época de lluvias va principalmente de diciembre a marzo).
Lo que empezó siendo una mochila de 70 litros + un bolso con ruedas, creció y evolucionó a varios bultos gigantes y bolsas que no sabíamos dónde meter. Además de todo estos bultos, viajábamos con el coche y la mochila de trekking, nuestros bolsos de mano y un hiperquinético Lucas que pesaba bastante más que lo que pesaba seis meses atrás. Nos deshicimos de ropa que donamos a un hogar de la isla, pero no pudimos desprendernos de nuestros recuerdos y regalos que habíamos ido comprando a lo largo de los meses en la isla. Así que así nos fuimos, como unos gitanos!
La ruta de nuestro mochileo estaba pensada en Lucas y en nosotros. No queríamos repetir lugares que ya conociéramos, ni ir a destinos que tuviéramos que movernos muchas horas en auto o bus porque Lucas se marea. Claramente no cumplimos ni lo uno, ni lo otro y la ruta terminó siendo: Kuala Lumpur (ya lo conocíamos), Siem Reap (ya lo conocíamos), Tailandia costa oeste (ya la conocíamos), Sri Lanka (largas distancias en auto todos los días) y Bangkok (que ya lo conocíamos)… Bueno, es parte del mochileo ir improvisando, cambiar los planes y lo bueno es que en estos lugares siempre se puede conocer más! Así que empezamos con todas las ganas!

Todos los vuelos entre países estaban comprados en horarios que beneficiaran a Lucas. Primer vuelo a Kuala Lumpur a las 8pm, escala de unas 15 horas y próximo vuelo a Siem Reap a la mañana siguiente. Mi ADN mochilero me decía que teníamos que quedarnos en el aeropuerto, durmiendo encima de una silla, tapados con el pareo y hacer hora lo mejor posible toda la noche. La realidad fue muy distinta. En cuanto conseguimos wifi, reservamos un “hotel” que estaba a unos 20 minutos del aeropuerto y pasamos en él nuestra primera escala “mochilera”. Recordemos que Kuala Lumpur está a una hora del aeropuerto y que era de noche, si no, probablemente habríamos ido a la ciudad.

La llegada a Cambodia se parecía algo más a lo que había vivido cuatro años atrás. Pagamos la “visa on arrival” (se puede pagar online, pero tuvimos problemas con la de Lucas). Nos subimos a un tuk tuk en el aeropuerto, que cargó nuestros 7 bultos y bastante pesado nos llevó a nuestro hotel. Pub Street, mochileros, regateos, comida callejera, olores raros, largas caminatas y buenas conversaciones con viajeros hicieron que nos acercáramos un poco más a nuestro objetivo.Aquí no vimos muchos niños y Lucas con su pelo rubio llamaba mucho la atención. Pasamos por un supermercado para comprar leches en caja y snacks para nuestros paseos, compramos fruta en la calle, algunas latas de atún y noodles para pasar el hambre y nos tomamos la estadía con calma. Estuvimos 5 días en esta ciudad, probablemente mucho para lo que ofrece, pero perfecto para nosotros que hacíamos todo respetando los horariosde la siesta.

Turistear es duro? Un poco… El calor de Siem Reap es intenso, Angkor Wat tiene muchas escaleras y mucha gente, llevar a Lucas en el coche no era viable, llevarlo en la mochila era una tortura para Francisco por el calor y la cantidad de horas que implicaba el paseo, así que Lucas iba libre corriendo y recorriendo, a veces en brazos, a veces de la mano y otras escapándose a varios metros de nosotros. Cansa bastante, por eso decidimos ver los templos en dos días (por eso… y por que se puso a llover tan fuerte que tuvimos que volver al hotel antes de tiempo).
Hay comida para niños? En todos lados encontramos comida occidental, pollo a la plancha, papas fritas, arroz con huevo, verduras, pasta boloñesa etc… Eso sumado a las latas de atún y noodles que teníamos en la mochila, más yogures y fruta que hay en todos lados, fue fácil sobrevivir un mes. Obviamente no es lo más sano y echaba de menos las lentejas que nos hacían en Bali y toda esa comida sana, pero éramos mochileros, así que no podíamos quejarnos! 😉 
A veces, el menú de varios días era:  Atún, noodles y salsa de tomate en sobre.

Otros comíamos comida local en algún lugar de la calle recomendado por Susantha: Arroz, con lentejas o «duhl», con  naan de coco y otras cosas sobre plástico.

Dormíamos en hostales? No… Nuestra ansia por mochilear no da para tanto! Nos encantan los hostales, las piezas compartidas, las zonas comunes, las cocinas que son de todos etc… pero estuvimos en un hostal las dos primeras semanas en Bali, y no se le puede pedir a la gente que hable más despacio, que camine mas suave, que baje el volumen de la música o que no carretee… ellos van a eso y ese estilo de viaje choca con el nuestro. Nuestro día empieza muy temprano y termina antes que el del resto, así que preferimos buscar hoteles, que sean discretos y en barrios menos nocturnos.

Por todo Asia hay calles con «street food» o comida local. Nosotros siempre comemos en ellas – Jalan Alor. Kuala Lumpur
La ruta sigue a Tailandia. Llegamos al aeropuerto de Phuket, destino que queríamos evitar a toda costa porque justamente no se caracteriza por ser muy mochilero. Abundan turistas chinos y rusos; y no nos identificamos para nada con ese tipo de turista. Pero para seguir con nuestra ruta pausada, nos quedamos unos días en Kata antes de seguir recorriendo. Finalmente nos dimos cuenta que Phuket está muy preparado para el turista con niños, tiene plazas llenas de juegos en plena playa, deportes náuticos, comida occidental y local por todos lados, paseos y actividades que promocionan en cada esquina, elefantes, playas de aguas cálidas sin olas perfectas para niños, así que no podemos quejarnos. Lucas estuvo muy bien. Arrendamos una moto, recorrimos bastante y otro check in/check out para irnos a las famosas Phi Phi islands. Tomamos una micro de una hora a Phuket Town y un Ferry de unas 3 horas. Lucas se portó como rey y a estas alturas ya teníamos el tétrix armado con nuestro equipaje, así que ponernos todo en la espalda era cosa de segundos.
Phi Phi: linda isla, relajada, gente joven, tiendas de tatuajes, locales de buceo, música y por todos lados “Buckets”. Los famosos baldes de playa con hielo, trago y pajitas para tomarse literalmente un balde de “copete”. Volvimos a sacarnos los zapatos, para vivir descalzos en este lugar. Nos gusta caminar, conocer bien los lugares, pasar horas viendo el sunset y ver a Lucas correr libre sin tener que perseguirlo porque se puede cruzar con una moto o un auto. En Phi Phi no hay transporte motorizado y eso es lo que la hace tan especial.
Hicimos los respectivos paseos a Maya Bay, Monkey island, al mirador de la isla, comimos triángulos de pizza y creppes callejeros y después de tres días, nos fuimos con una sensación dulce a nuestro próximo ferry.
Próximo destino Krabi. Llegamos a Krabi e inmediatamente nos subimos a un taxi que nos llevó a Ao Nang. La verdad es que de no haber estado lloviendo nos habríamos subido a un bus normal. Son abiertos y meten a un montón de gente, pero no salen hasta que el bus se llena, así que esta vez optamos por lo cómodo.
Phi phi desde arriba – Tailandia
Mochilear tiene el problema que por preferir lo barato se pierde mucho tiempo en logística y esperas. Hay que llegar a todos los terminales de buses, que por lo general no están en el centro, hay que esperar que salga el bus, hay que esperar que te pasen tu maleta etc… a veces el ahorro lo justifica, otras no. En estos países donde el tipo de cambio es distinto, uno pierde objetividad. Muchas veces discutíamos por qué opción tomar, si la que costaba 200 bahts o la que cuesta 350. Visto así y traducido a comida, siempre nos inclinábamos por la barata, pero en este caso, la diferencia entre uno y otro no eran más de 4 dólares.
Seguimos recorriendo y paseando por todos lados. Evitando las comodidades que teníamos en Bali, pero permitiéndonos algún gustito a veces. Después de varios días en Ao Nang, nos tocó tomar la decisión de cómo volver hacia Phuket: Ferry, Taxi privado, Van compartida con 10 personas o bus público. Aquí la diferencia de precios era abismal y las horas hasta el destino eran las mismas en todos los medios de transporte. Decidimos irnos en bus público. Finalmente nos gastamos casi los mismo que en un transfer compartido,porque no consideramos el precio de la micro hacia el terminal y el precio del taxi desde el terminal de Phuket hasta nuestro hotel. El transfer te pasa a buscar a tu hotel y te deja en tu próximo hotel, por lo que ahorras tiempo y los pasajes de los buses o taxis intermediarios, pero bueno… a veces de los errores se aprende. El bus estaba prácticamente vacío y nos fuimos cada uno en dos asientos.
Nuevamente nuestra calma nos obligó a quedarnos dos días más en Phuket para descansar de todos los buses de ese día y prepararnos para lo que se venía. Bus al aeropuerto, vuelo a Bangkok, espera de 8 horas, vuelo a las 2 am hacia Colombo. 3,5 horas de vuelo, llegada a Sri Lanka, recogida de maletas, sacar la visa y casi una hora de auto hasta nuestro nuevo hotel en Negombo… ya eran altas horas de la madrugada y llevábamos todo el día viajando. Esto si que fue duro. Pero créanme! Valió la pena… ya les contaré de Sri Lanka más adelante!
El mochileo es así: Largas esperas, muchas risas y anécdotas. Al ir sin agencias, ni guías, ni tour organizados, uno tiene el beneficio de la suerte. A veces la suerte te hace conocer viajeros que te cuentan de lugares únicos de los que no habías escuchado hablar en tu vida; y a veces la mala suerte te hace perder un día completo por malas decisiones. La suerte iba de nuestro lado, no tuvimos percances, ni problemas… y en caso de haberlos tenido, tampoco importa! íbamos con tiempo, esa es la idea!
Es cansador ir con un niño de dos años porque en los ratos de espera y en la ansiada espera por llegar al hotel, un mochilero se pondría sus audífonos, sacaría su libro o simplemente cerraría los ojos para descansar… Nosotros no podemos, llegar a un lugar es empezar a jugar y salir a pasear para compensar al enano por lo bien que se ha portado y las horas que llevamos sin «hacer nada». Pero qué es el cansancio a cambio de todo lo que vivimos… ya habrá tiempo para dormir más adelante!

                        Khao San Road: Calle mochilera de Bangkok

2 respuestas a “Tan fácil como mochilear con niños!”

  1. Hola!, me llamo Lukas jaja.. una pregunta. Gastaban mucho dinero por el hecho de viajar con el Lucas o lo que gastaban en el no hacia mucha diferencia?

  2. Hola Lukas!! Algo de diferencia sí existe porque por ejemplo, la opción de dormir en hostales de piezas compartidas es imposible, así que siempre optábamos por pieza privada (aun que probablemente también lo habríamos hecho así sin él). Los pasajes en avión tiene que pagarlos, son super baratos hasta los dos años, pero con los dos años cumplidos ya suben harto. El resto de pasajes (buses y trenes) no paga generalmente.
    La comida es marginal, por lo general pedíamos dos platos y le hacíamos un platito para él, o le pedíamos arroz, huevo, pollo que siempre es super económico. A veces cocinaba yo o comíamos choclos en la calle que también es barato! Espero haberte ayudado!

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