El blog murió, volvimos a la realidad, la vida continuó, pero ese bichito viajero no nos dejaba tranquilos.
Empezó el mundo laboral, las ideas y los emprendimientos. Las alegrías y las frustraciones, nuevas vidas, con más responsabilidades y llegó un buen día que dijimos: «Enserio vamos a estar haciendo esto para siempre?». No hay opción…
En noviembre de ese año llegó al mundo el pequeño Lucas, a cambiar mi vida, a revolucionar mi corazón y a hacerme la mujer más feliz del mundo.
El mundo es tan grande y me faltaba tanto por conocer a esas alturas, que no podíamos frenar los planes. Tendríamos que seguir viajando con él, no había otra manera. Por lo que postergamos un poquito la fecha de salida.
El viaje sería distinto, no podía ser un mochileo intenso de los que se duerme en el suelo del aeropuerto o de los que se pasan 30 horas viajando en tren o buses nocturnos, había que planearlo un poco mejor, había que hacer las cosas con más cuidado, por lo que decidimos que nuestro viaje sería vivir la experiencia de «vivir en otro lugar del mundo». Así lo hicimos. Faltaba la fecha y el destino, pero la decisión ya estaba tomada.
Y con este primer post, retomo mi antiguo rol de bloggera y mi querido «Peregrinando por Asia», esta vez, con tres integrantes: Francisco, Lucas y yo ❤ y bajo nuestro nuevo nombre: «Con chupete y mochila».