Hoi An y Nha Trang

¡Hoi an es un pueblo de revista!!


Nos despertamos con un sol espléndido. Hay dos playas: An Bang y Cua Dai beach. En todos lados hay bicicletas y motos para arrendar. Nosotras arrendamos dos bicicletas del hotel por US$1 todo el día (muuuy recomendable). Decidimos ir a Cua Dai que está a 4 km del centro. A mitad de camino me bajó la presión, me empecé a marear y una vietnamita me llevó a su local para tomar aire, porque el resto de los turistas me rodeaban mientras yo estaba acostada en el suelo. La jose corrió a buscar agua y bebidas y cumplió su rol de paramédicos. En ese minuto que estaba pálida y tiritando, pensaba que me iba a quedar ciega.

Después de recuperar la vista, nos dirigimos a la playa que era preciosa. Palmeras, olas, niños vietnamitas bañándose con uniforme de colegio, señoras con gorros en punta  vendiendo recuerdos y comidas etc.

Volvimos al pueblo en nuestra bicicleta de paseo con todas nuestras pertenencias en el canasto. Llegamos al río y paramos a comer algo al frente del Japanese Bridge. Un puente iluminado con faroles japoneses de todos los colores, construido en 1593. Las dos orillas del río con bares y restaurantes iluminados de la misma manera. Por todos lados había niños y mujeres sentadas en el suelo vendiendo fruta y artesanía.


Nosotras compramos unas velas flotantes y las tiramos a modo de ofrenda, pedimos un deseo mientras las veíamos alejarse por el río.
Todo el mundo paseando y recorriendo los puestos. Muchas tiendas vendiendo lámparas, ropa o zapatos hechos a medida.
Recorrimos todo el pueblo en nuestras bicicletas mientras saludábamos a los locales o a un par de alemanes que conocimos en Halong bay.
Después, llegamos a un bar con buena música, estacionamos nuestras bicicletas y nos quedamos ahí el resto de la noche. Es increíble ver como el pueblo se va apagando de a poco y el reflejo de las luces de colores sobre el agua desaparece.
Nuevamente en bicicleta y con las calles apagadas, volvimos a nuestra casa mientras algún ratón curioso se nos cruzaba en el camino.

Al llegar a la pieza, después de despertar al cuidador que duerme en una carpa en la recepción, una lagartija corriendo por las paredes nos estaba esperando para darnos las buenas noches.

Fuimos a conocer la otra playa. Es más chiquitita y más exclusiva. Dos restaurantes con muy buena pinta en primera línea, ofrecen almuerzos a precios muy razonables. Al llegar a la arena, reposeras con colchones blancos y quitasoles de paja esperan por ser usados. Algunas señoras te invitan a sentarte de manera gratuita. Ojo con eso, porque el verdadero precio de sentarse ahí es almorzar en su restaurant. De todas formas vale la pena, porque te llevan las  bebidas frías y comida hasta la playa.

Nosotras estábamos sin plata, así que entre medio de toda esa gente que tomaba sol con una cerveza fría en la mano, instalamos nuestros pareos en la arena sin nada que tomar ni comer. A esto, le sumamos que una vietnamita se dedicó toda la velada a gritarnos «go away» y a echarnos, a menos que consumiéramos algo. Será que dos pobres sin reposeras tiradas en el suelo le espantaban a los clientes.

Y después, otro sleeper bus de 12 horas hasta Nha Trang.

Una amiga, que había estado en el sudeste hace poco, me dijo: Nha Trang es como Viña del Mar (balneario de la zona centro de Chile). A mi me recordó un poco a Marbella en España. Si le sacamos todos los lujos de Puerto Banús y de la milla de oro, tiene un paseo marítimo y una playa que se parece mucho. Palmeras, camino ancho, playa parecida etc. Bares y restaurantes pitucos a pie de playa con jóvenes y viejos sentados en sus sillones tomando algo. Las calles paralelas a la playa tienen tiendas de bikines y de souvenires vietnamitas. Al igual que en el resto del país, las motos no dejan de recorrer las calles y las mujeres vendiendo fruta sobre sus hombros tampoco.

Nosotras nos quedamos en un callejón al frente de la playa, donde hay varios hostales y hoteles. El nuestro se llama Lan Phuong. Nuestra pieza tiene 6 camas sólo para nosotras, está todo impecable y nuevamente pagamos 5 dólares la noche.

El único inconveniente fue el diluvio que nos tocó, que no impidió que saliéramos a conocer la vida nocturna de esta ciudad.
Fuimos al Why Not Bar. Un bar muy gringo, con música de moda. Estaba lleno de gringos que llegaban sin polera por la lluvia o porque habrían llegado así de todos modos, bailando con todas sus fuerzas y tomando buckets de quien sabe qué. La noche estuvo muy buena, pero como consejo: es FUNDAMENTAL hablar inglés y traer un cortavientos o algo para la lluvia.

Esta ciudad tiene varios atractivos turísticos, un par de pagodas, un Buda de 14 metros construido hace unos 50 años, algún Market y la isla de Tre, donde está Vinpearl. Para llegar a esta isla es necesario subirse al teleférico más largo de Vietnam.
Esta isla cuenta con un parque temático, un parque de agua, un acuario, playas y varios restaurantes de comida local o comida rápida. No es lo más fino del mundo, pero es una entretenida manera de pasar el día. Está abierto de 9 am a 10 pm y cuesta unos 450 dongs (23 dólares).

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